Daleco nació de una frustración:
haber ayudado a miles de emprendedores a escalar sus negocios,
pero ver cómo —tras el éxito— muchos seguían sintiéndose vacíos.
Sin dirección. Sin sentido.
Con marcas que vendían, pero no decían nada.
Trabajamos en Canadá liderando procesos de hospitalidad, ventas y cultura laboral para empresas de alto nivel.
Durante nuestra estadía en Hostinger, fuimos parte de un equipo internacional que apoyando a más de 4.200 emprendedores en todo el mundo.
Pero un día, nos dimos cuenta de algo:
El problema nunca fue la falta de herramientas.
El problema era no saber quién eras mientras las usabas.
Desde la raíz. Sin adornos. Sin fórmulas.


¿Qué hicimos?
Volvimos a Chile y decidimos construir algo propio.
Algo que no se pareciera a una agencia, ni a una terapia, ni a un curso de marketing.
Creamos un sistema basado en lo que realmente transforma:
el pensamiento por primeros principios,
llevado al lenguaje, a la emoción, al símbolo.
Nos preguntamos:
¿Qué es lo mínimo que una marca necesita para tener sentido?
¿Qué no puede faltar en un mensaje para que conecte?
¿Qué hay en la historia de una persona que la convierte en autoridad?
Y desde ahí, nació Daleco:
un modelo que no maquilla. Que no “crea marcas”. Las desentierra.